¿Cuál es la clave del éxito del aprendizaje?


27-04-2011

Evidentemente la formación, pero no cualquier tipo de formación ni gestionada y ejecutada de cualquier manera.

Está claro que personas bien formadas son más productivas, pero ¿estamos seguros que la formación que estamos dando ayuda realmente? Damos por supuesto que si alguien asiste a un curso de programación web ya sabe programar ¿es así? Pues no, no lo es.

¿Cuáles son los objetivos que se quieren cubrir? Pues está claro, si impartimos un curso de programación es para que la gente sepa programar. Pues ya vamos mal: el objetivo de la formación no es que la gente sepa de un producto o tecnología, es que sea capaz de usar este producto o tecnología en su entorno de trabajo, este sí es un objetivo, y además es un objetivo medible.

Lamentablemente, en la mayor parte de las organizaciones, la formación es reactiva, y casi un mal necesario. Se ponen una lista de cursos en la intranet para que aquel que lo desee se apunte a ellos y listo. Luego pasa lo que pasa, cientos de horas de formación desperdiciadas, pero, eso sí, en los documentos anuales con orgullo se exponen la cantidad de esfuerzo, horas y dinero dedicado a la formación de los trabajadores, pero… ¿Cuál es su retorno?

Hay muchas viejas ideas que deben ser erradicadas, los viejos conceptos ya no valen, es necesario desaprender primero para poder abordar los nuevos temas con una nueva visión más acorde y actual.

La formación tiene que estar completamente alineada con la estrategia de la empresa, integrada en un proceso de Gestión del Conocimiento, la formación tiene que realizarse dentro de un plan, alinearse con los itinerarios formativos de las personas y con la estrategia de la empresa.

No son buenos objetivos recibir horas de formación o Conocer el Excel, son buenos objetivos los que establecen como esa formación va a ayudar en el día a día, que necesidad va a cubrir, que ventajas obtendremos con ello, que beneficios recibe la organización al realizarla, etc. En definitiva, la formación es para algo, no es un fin en sí mismo. Alguien desconoce algo y ese algo es necesario para su desarrollo profesional y para cumplir los objetivos estratégicos de la empresa.

La formación para los adultos tiene que ser participativa, donde el profesor es más un guía para el aprendizaje, permitiendo y obligando a que el alumno se involucre realmente en su formación, lo que implica un nivel de aprendizaje y retención mucho mayor que en el modelo pasivo de ‘escuchante’, que se produce inevitablemente en la mayor parte de los cursos. Tienen que ser temas cortos, concretos, con sistemas que les permitan y obliguen a autoevaluarse y ejercicios que les fomenten la meditación y la puesta en práctica de los puntos tratados.

En fin, reflexionemos sobre todos estos aspectos. Desde luego, esto no es un botón que se activa y desactiva a voluntad, requiero un esfuerzo y compromiso por parte de toda la organización, especialmente la alta dirección, que debería ser la principal interesada en la mejora en los procesos de conocimiento y aprendizaje, buscando su eficacia y eficiencia, y consiguiendo un crecimiento que permita estar por encima de la competencia en un mundo tan dinámico y competitivo como el actual.

Articulo de Jesús Gómez

Imagen de bppcolor.



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